sábado, 2 de marzo de 2013

Cansada de extrañarte.

Sábado a la mañana, tumbada; buscando fuerzas de no se dónde para bajar de la cama y encontrarme con la realidad. Releo un par de mensajes de noches anteriores, como para empezar el día con una sonrisa. 
Mientras desayuno derramo en tinta todo lo que siento. 
Salgo. Cada lugar por el que paso me trae un recuerdo a la mente. Todo me recuerda a vos.

Caminando por la calle con mamá, tratando de evadir la inevitable charla sobre la vida. Siempre la misma pregunta. Siempre sin saber que responder.

Silencio. Me pierdo en mi cabeza.
Cada vez que se levanta un viento muy fuerte, me acuerdo de vos. De 'volar con el viento' como vos me decís. Te imito un poco, con disimulo. Inevitablemente sonrío. Uno que otro me mira con mala cara, pero no entienden. Nunca entenderían todo lo que siento cuando te pienso. 

De nuevo, la odiosa rutina. Elongar. Correr. Elongar. Caminar hasta casa con la presión baja (casi como de costumbre), como si las 5 vueltas al velódromo no fueran suficientes. 


Cierro los ojos. Y ahí es cuando te veo mejor. La calle. Como de costumbre me enojo con 

los que andan lento y haciendo zig zag. Apuro el paso, adelantando gente. De repente 
me llegan a la mente imágenes, que se transforman en recuerdos, que ahora es nostalgia. 
Una vez caminamos juntos por esta vereda. Cierro los ojos. Te veo caminando a mi lado.
Los abro. Y ya no estás.


Corro aún mareada hasta la puerta de casa, saco rápido las llaves ¿Para qué? Si vos no estás. Donde miro te encuentro, todo me recuerda a vos. Te extraño tanto.