jueves, 25 de abril de 2013


Son casi las dos de la mañana, ya sabés cómo el insomnio a mí me devora. O yo lo devoro a el. Pensé en desvestirme y obligarme a tumbarme en la cama. Pero me parece un despropósito; sería un desperdicio, prefiero escribir. Escribirte. 
Dejé la ventana abierta, llueve; a mí la lluvia siempre me lleva a estas cosas. Se escucha su sonido y el de mi respiración; estoy concentrándome en acompasarla imaginariamente con la tuya. Tu aire. Tu respiración. Tu presencia.
A esta hora suelo ponerme muy estúpida, no te das una idea de cuanto. Puedo quedarme horas mirando con los ojos ciegos por la ventana a no sé dónde. Son esos momentos en los que mirar es sólo una excusa para mantenerse despierta, para mirar sin ver. Para extrañar. Te extraño.
Si te fijás no estamos tan lejos como parece, ni tan solos. Vos estás ahí. Lejos. Cerca. Dentro mío. Ocupando ese lugar único en mí pecho que te juré tantas veces. Yo estoy allá, en tu cabeza, como siempre me decís, ocupando tus pensamientos. O tus sueños quizá. No es mejor que cuando te tengo entre mis brazos mezquinándote de todo (y de todas) pero es la manera más cercana que tengo como para dormirme con una sonrisa. O tal vez no dormirme, solamente recordarte. Recordarte y sonreír.  Con el corazón que galopa a mil por hora, las mejillas sonrojadas y los ojos brillantes.

Mi mundo cambió, ¿Sabés? Y es porque te quiero. Descubrí que, con vos a mi lado, poder volar más alto es imposible.


lunes, 1 de abril de 2013

Quiso el destino.


Quiso el destino que te encontrara, que te convirtieras en mi complemento. Que aparecieras en mi vida y me hicieras parte de la tuya. Cuando y donde menos lo pensé. Te encontré.

Tímido, reservado. Habla solo lo suficiente y cada palabra que salía de su boca me ayudaba mas a reconfirmar su perfección.
Perfil bajo. Muy bajo. Si bien mi mirada de anhelo era irrebatible, solo se atrevía a seguirme el juego muy de vez en cuando. Me desequilibraba ante la inconstancia de su actitud.
Enloquecía ante su tono grueso e impostado; su forma de hablar. Esa voz resultaba como música a mis oídos.
Ojos grandes. Ojos verdes. Cambiantes. Capaz de paralizarme entera y producirme una satisfacción sin igual con solo verme reflejada en ellos.
Sonrisa de lo que se puede llamar perfecta, que acompañada por su mirada fija y ambiciosa me hipnotizaba. 

Afortunada, siempre teniendo la excusa perfecta para buscarte; aunque no fue necesaria esta vez. Nuestras miradas más que evidentes no dejaron qué hablar. 
No hizo falta que dijeras nada; solo con tu presencia alcanzaba.

jueves, 28 de marzo de 2013

Ir, venir, volver.


Ir, venir, volver. Acercarse al encuentro, desaparecer.


Solo sé que dejarte ir no está entre mis opciones; dejo que te vayas con la condición de que me lleves con vos. Tengo fé en que aún nos queda ese destello, pequeño pero profundo y demoledor al final del camino. 
Ese brillo mínimo  casi invisible, pero recomponedor como nada mas. Ese único motivo por el que quiero seguir adelante: 
mi felicidad, vos. 
Tal vez sea mejor dejar que las cosas pasen y lanzarme, confiar que en algún lado voy a caer. En algún par de brazos quizás. 
En los tuyos, espero.

martes, 26 de marzo de 2013

Crónica de un Martes.


Todo empieza con la frazada en el piso -esa misma que en la infancia te protegía de monstruos y toda clase de amenaza- y un grito demandante.
Agarrás el celular y, como de costumbre, relées un par de mensajes anteriores para empezar bien el día. El teléfono marca las 6:30; nuevamente te levantaste después de lo debido como consecuencia de las horas que te quedaste "estudiando"(Léase hablándole) la noche anterior. De un salto y apurada salís de la cama sabiendo que vendría un día de esos en los que no tenes ni un segundo para vos misma.
Fabuloso, empieza el martes. Ya casi son las 7.15 y el remís en la puerta tocando bocina, acostumbrado ya a verte como la ultima en salir, a las corridas y casi siempre con la campera que no hiciste a tiempo a ponerte, en la mano. Compartís un par de clichés con el remisero hasta llegar al colegio. El intolerable tono despectivo de la portera: "Tarde señorita. Garcia Galeano, no? Mire como ya la reconozco." Disimulas el odio implacable. "Buenos días" entre dientes y finalmente entrás.
Por fortuna la profesora aún no llegó y no va a volver al discurso de las reglas del colegio los horarios y sus idioteces. Sentarte y ver llegar a tu mejor amiga con la peor de las caras, la abrazas sin decirle nada, y ella te agradece de la misma forma. Sin tener tiempo ni de intercambiar palabras empieza la clase. Interminable. La idea de tener Gimnasia e ingles mas tarde te carcome la cabeza. 
Como todos los martes al mediodía salís 40 minutos para verlo, de los cuales pasas menos de 20 con el. Aparentemente la suerte no estuvo de tu lado y -como mucho- pasaron 5 minutos juntos y ambos con mala cara. Despedirse les costó mas que nunca y el vacío en el pecho a medida que corría el tiempo era peor. 
Miras el celular, son las 15:45. Faltan 15 minutos para salir de la clase y se tornan insoportablemente largos. 16:00, salís del colegio pensando en la pila de cosas que tenés para hacer y por encima todavía tenes que ir a entrenamiento corporal, en danza.Estás en la parada del colectivo que no llega. Si bien falta una hora para ir a la escuela de danza, pensás en que si llegas tarde no te dejan tomar la clase, y si es así no podes rendir. Todo se torna insoportable y creés que tu día no puede ser peor. 

Oís a alguien chistar. Ante la duda lo ignoras. En un segundo pensas. Mirá si ese pobre necesitaba que le hiciera psicoterapia. Mirá si era un acosador. Mirá si... No, obvio que no era para mi. Te acordaste que aparentabas ser una chica madura y seguiste con lo tuyo. Un perfume un tanto familiar. Alguien te toma desde atrás, de la cintura. Giras de golpe con miedo, sin pensarlo. Y ahí está. Esa sonrisa peculiar capaz de alterar completamente tus sentidos. Lo ves, mirándote a los ojos e, inevitablemente, sonreís con tu mayor cara de idiota. Ahí es cuando se te olvida lo que estabas por hacer. Eso te rompió todos los esquemas del día. Y sabes que tu momento recién empieza. Sabés que el está ahí; ya no te importa nada más.

jueves, 7 de marzo de 2013

Caricia al vacío.

¿Sabés cómo me gusta escribirte mientras dormís? 
Un abrazo al aire y una caricia al vacío.
Pensar. Cómo me gustaría que esto fuera real.

Me gusta tanto recordar tu risa. Pero mas me gusta imaginar que estás ahí.
Aunque me perturbe la ansiedad de saber que pasaría después.
Fantaseamos tanto tiempo con esto...
Mi espalda sobre tu pecho. Tus rodillas perfectamente colocadas al dorso de las mías.
Sentirte respirar.
Me gustaría tanto salir y aterrizar ahí en donde estas soñando; para que despiertes y me despiertes a mi con esa sonrisa tan dulce; sabés que hoy no habría nada que me hiciera mas feliz.
Me juego el alma a que no debe existir placer mas grande.

sábado, 2 de marzo de 2013

Cansada de extrañarte.

Sábado a la mañana, tumbada; buscando fuerzas de no se dónde para bajar de la cama y encontrarme con la realidad. Releo un par de mensajes de noches anteriores, como para empezar el día con una sonrisa. 
Mientras desayuno derramo en tinta todo lo que siento. 
Salgo. Cada lugar por el que paso me trae un recuerdo a la mente. Todo me recuerda a vos.

Caminando por la calle con mamá, tratando de evadir la inevitable charla sobre la vida. Siempre la misma pregunta. Siempre sin saber que responder.

Silencio. Me pierdo en mi cabeza.
Cada vez que se levanta un viento muy fuerte, me acuerdo de vos. De 'volar con el viento' como vos me decís. Te imito un poco, con disimulo. Inevitablemente sonrío. Uno que otro me mira con mala cara, pero no entienden. Nunca entenderían todo lo que siento cuando te pienso. 

De nuevo, la odiosa rutina. Elongar. Correr. Elongar. Caminar hasta casa con la presión baja (casi como de costumbre), como si las 5 vueltas al velódromo no fueran suficientes. 


Cierro los ojos. Y ahí es cuando te veo mejor. La calle. Como de costumbre me enojo con 

los que andan lento y haciendo zig zag. Apuro el paso, adelantando gente. De repente 
me llegan a la mente imágenes, que se transforman en recuerdos, que ahora es nostalgia. 
Una vez caminamos juntos por esta vereda. Cierro los ojos. Te veo caminando a mi lado.
Los abro. Y ya no estás.


Corro aún mareada hasta la puerta de casa, saco rápido las llaves ¿Para qué? Si vos no estás. Donde miro te encuentro, todo me recuerda a vos. Te extraño tanto.



viernes, 1 de marzo de 2013

Felicidad abrumadora.

Tu mirada cruzándose con la mía tiene esa dulzura característica que, sin palabras, me lo dice todo. 
A centímetros de tu boca. Desear y sonreír al mismo tiempo. No se me ocurre mejor conexión que esa.
Perdernos en un beso. Frenar el tiempo, el mundo; volver insignificante cualquier distancia. 
Me veo sobre vos, abrazándote, sonriendo en silencio. Sobran las palabras.
Respiro conteniendo el aire, como si pudiera guardarme el tiempo en el pecho. Por un rato, al menos. Volver eterno ese momento en el que ya no importa nada mas, que se caiga el mundo a pedazos, vamos.

De a ratos cierro los ojos y estamos acá, juntos otra vez. Y yo estoy ahí, de nuevo, volviendo a nacer en ese abrazo con el que te metiste dentro mío para siempre.

El dulce placer que me da tenerte, debería ser pecado. 

miércoles, 20 de febrero de 2013

Esos dolores dulces.


Tarde juntos, no supe darme cuenta que tan rápido se pasaría el tiempo.
Caminar de la mano, mientras la llovizna nos salpica un poco. Miradas coincidentes, sonrisas.
Nos interrumpe un beso, llenándome el pecho
Despedirnos. Perderse en un beso, volvernos diminutos en un abrazo enorme. Sonreír, tomados de las manos. 
Contener el alma del otro en un abrazo fuerte, como quien no quiere despedirse.
Soltarnos, inevitablemente dejar que te vayas. Caricia en una mejilla, rápido. 
"-Te amo muchísimo -Yo mucho más". Mientras subís al colectivo.
Automáticamente darme vuelta y volver a casa, como quién dice "si no lo veo, no esta pasando." -Y si- Pasa.
Voltear. Mirarte, cada vez mas lejos. Seguir caminando.
Recordarte. Sonreír. Sentir tu perfume en mi pielTransportarme a ese paraíso al que solo vos me sabes llevar. 

Yo siento que estás acá, y en el perfume que dejaste en el aire. Y acá estoy yo, extrañándote, otra vez.